Jorge Hidalgo Lugo
Fiel a su costumbre tiránica, de absolutismo trasnochado pero real y peligroso, Andrés Manuel López Obrador volvió a la cargada con más enjundia y odio contra sus gobernados, sobre todo contra aquellos que se atreven a pensar y son capaces de expresar con razonamiento y pruebas, su disentir, su no aceptar con “ciega devoción” que lo dicho por él es irrefutable, incuestionable e irrebatible. Las vacunas son hoy, el ejemplo del que nace para tirano le sobran las justificaciones.
Con el sustento de una nueva montaña de mentiras y engañifas, vendió a la opinión pública y principalmente a su feligresía, que el sentido de equidad y justicia es lo que impera y por ende, las pocas dosis que llegan al país, debían ir primero a las zonas más alejadas, los sitios más recónditos, allá en el confín del territorio por donde la civilización y el progreso no asoma.
Mesianismo populachero aparte, la idea aplaudida a rabiar por su séquito de mascotas, floreros y advenedizos, no tuvo en cambio un respaldo estadístico y mucho menos científico, con qué mostrar o demostrar que la utilidad del escaso biológico servirá realmente para tratar de contener la pandemia que sigue cobrando centenas de vidas en el día a día.
Incluso, estudios serios evidenciaron que esas zonas apartadas y lejanas del reino propiedad del Señor de Palacio Nacional, si bien no tienen infraestructura hospitalaria o de asistencia para el cuidado de la salud, tampoco forman parte de los puntos rojos donde se ubiquen altas tasas de mortandad o contagios que pongan en riesgo a sus habitantes, ante la embestida del Covid-19.
El lance mediático, al estilo del justiciero de Macuspana, fue para que el mundo se entere que aquí los caprichos de quien se cree dueño de vidas y haciendas son inalterables, que sus deseos son drásticas instrucciones a cumplir sin chistar aunque en el reino de lo absurdo la gente se dé cuenta que López Obrador es tan malo para gobernar, tan corto de entendimiento, tan limitado de ideas, que no da una con las pocas vacunas que se tienen al alcance y por eso prefiere el despilfarro populista a la efectividad certera.
Porque si se trata de abatir en el mediano y largo tiempo, lo que debiera atenderse primero son los puntos donde el contagio es mayor y los riesgos de muerte por la pandemia, mayúsculos.
Es como querer apagar el incendio forestal remojando los pastizales lejanos y no ir al centro de la conflagración para evitar que se extienda.
Pero está visto que el tema de las vacunas, es ahora pretexto para el nuevo pitorreo del opresor y hacer sentir que a México lo tiene en un puño y que lo menos importante en sus ideas es si los mal gobernados sobreviven o no de esta pandemia.
Sólo hay que recordar que México ha vacunado hasta la primera mitad de febrero sólo al 0.56 por ciento de sus habitantes (Our World in Data) y que el uso electorero y faccioso que está dando al tema de la vacunación, pasa por humillar y burlarse de la necesidad que tienen de creer en una salida asistida quienes forman parte de los más de 14 millones de personas de la tercera edad que serían, según las ocurrencias del opresor, los primeros en tener cobertura con los biológicos que lleguen, sean de donde vengan.
Convertidos en delincuentes electorales los operadores de Morena dan un primer barrido y condicionan la integración de sus listas a quienes no entreguen la credencial de elector de manera previa al paso de los vividores de la nación que consuman la fechoría.
Pero ni con ese anzuelo el vecino del zócalo capitalino logra dar un informe real de cuándo y cómo se alcanzará la cobertura por carecer, por igual, de certeza documental respecto a la cantidad de dosis y formas de aplicación que hoy día son un misterio sin resolver y que ha dejado en manos de inescrupulosos intentos de condicionar inmunización a cambio de votos.
Tan simple como hacer una operación aritmética y considerar a 14 millones de adultos mayores para recibir por doble dosis la vacuna que los libere de la angustia que hoy viven aunque esto nos los ponga totalmente a salvo de ser alcanzados por el letal virus. Con doble aplicación se requerirían 28 millones de biológicos para su cobertura total.
Si esos 28 millones de dosis existieran en poder de los vividores de la nación o los atesorara celosamente en sus lúgubres catacumbas de Palacio Nacional el autócrata, se tendrían que colocar 87 mil 775 vacunas diarias, sin descanso, sábados, domingos y días festivos incluidos, para que al 31 de diciembre de este 2021, pudiéramos decir que se cumplió con esta primera meta nacional.
Un ejército de médicos y hasta curanderos que sepan aplicar una inyección subcutánea, para únicamente dar inmunización a este sector, el de adultos mayores de 60 años, sin contar los otros poco más de 100 millones de mexicanos que tendrían que estar en espera de su turno, de acuerdo al listado que en su dictadura de ocurrencias conforme el que decide a quién sí y quién no se le aplica la vacuna.
Por eso no es alentador ni siquiera para sus feligreses, escuchar los pronósticos irreales que hace el que se siente dueño de México respecto a que lo mejor está por venir y que pronto podremos regresar a la realidad cuando al 13 de febrero se han aplicado apenas 726 mil 313 vacunas entre trabajadores de salud, docentes, vividores de la nación, activistas y políticos ligados a Morena.
Y para que tengan un comparativo, baste señalar que a esa misma fecha en Estados Unidos se administran ya alrededor de 1.7 millones de dosis diarias de la vacuna contra Covid-19 y llevaba 15.81 por ciento de su población cubierta o que Israel, ya ha vacunado a 74.43 por ciento de sus habitantes, Chile 9.94, Brasil 2.46 y Argentina 1.35.
Ah, pero México ha vacunado hasta la primera mitad de febrero sólo al 0.56 por ciento de su población y por eso debemos aplaudir a rabiar la forma en que aplica sus estrategias el tirano de Palacio Nacional.
Mientras tanto las mentiras son inagotables y las torpezas para conducir al país, inocultables.
Vale…