Jorge Hidalgo Lugo
A escasas dos semanas que se abra oficialmente el proceso electoral 2021, los demonios de Morena y su dueño andan sueltos y sin liderazgos confiables en lo nacional, mucho menos locales, los partidos opositores registrados navegan omisos en un mar embravecido por la creciente inconformidad social, de esos millones de mexicanos que se sienten desencantados ante las agresiones que reciben día tras día desde el gobierno federal.
Así tenemos las muertes que se acumulan por un deficiente manejo de salud pública ante la pandemia y la lucha encarnizada que se desata entre quienes detentan el poder contra las voces disidentes que desde la población, lejos de aminorar, crecen, se multiplican exponencialmente sin visos de aminorar o se detengan.
Mientras que al errático accionar de Andrés Manuel López Obrador le aplauden sus aduladores y fanáticos a sueldo, los mexicanos en su inmensa mayoría ven con marcado pavor el trazo socialistoide que impone a sus proyecciones populistas.
Tránsito en el que deja de lado vías para el entendimiento y respeto a la pluralidad, que hasta hace no pocos años eran parte del crecimiento democrático que registraba México, luego de décadas de predominio del partido hegemónico, cuya esencia hoy está de regreso con nuevo disfraz a través de Morena.
En la coctelera explosiva se encuentran ingredientes a cual más peligrosos y de alto riesgo para la estabilidad del país.
Porque obstinado en ensanchar la división de los mexicanos, López Obrador se mantiene firme, inalterable en sostener contra viento y marea, el esquema del engaño, la mentira y defender inescrupulosamente hacia dentro, lo que ataca hacia afuera: La “corrutción”.
Esto a costa de insultar, agredir, descalificar, estigmatizar a todo aquél que se le viene a la mente en el momento que está ante cámaras y micrófonos, pues como él mismo preume, no llega con tema elaborado previamente y todo le surge de manera natural en el momento de sus comparecencias en el circo mediático que monta en Palacio Nacional.
Sin logros por presumir, con la consigna de ocultar lo grave que es tener multimillonarios recursos en sus manos, pero nulos avances en obras y servicios para los gobernados, ve transcurrir los días.
Necesitado de mantenerse en las preferencias populares, se victimiza y acusa sin aportar pruebas irrebatibles, al que le toca turno en su largo directorio para llenarlo de improperios y así sostenerse en el afán autocrático de usar discrecionalmente los recursos públicos para beneficio de una camarilla, antes mafia del poder.
Compra de conciencias y mordaza a medios para manejarse montado en el andamiaje de sus ocurrencias y caprichos, lejos de ser un presidente confiable, proyecta lo peor de la perversión política que parecía superada.
Intriga, perversidad, mala fe y revanchismo, como ingredientes en el trazo de políticas públicas, dan como resultado una gestión que se maneja con el hígado y carece de cerebro.
Ante esto que comienza a ser descubierto y permea cada vez entre millones de mexicanos, hace aún más peligroso el terreno que se pisa toda vez que la insistente versión que se entregan foto credenciales a 200 mil extranjeros asilados recientemente por parte de López Obrador, es una especie que lejos de ser atajada, se deja crecer y empaña desde ahora una elección que podría ser la última en un esquema democrático como el que se ha tenido en las últimas décadas.
Programas clientelares que a través de los “Vividores de la Nación”, cooptan al más puro estilo del priismo hegemónico y se mantiene activo para llevar en acarreos inescrupulosos a pagar en las urnas, la dádiva que se entrega a holgazanes y mal vivientes. Muchos de ellos con la encomienda de organizar a los acarreados que llevarán a votar en barrios, colonias, comunidades y poblaciones que garanticen el relleno de urnas a favor de Morena.
La campaña que lleva a cabo López Obrador marcha de acuerdo a lo planeado, lo sabe y lo festina. Porque enfrente no encuentra oposición seria que pueda mostrar rasgos de organización y donde hay focos ámbar, a través de billetazos compra conciencias y florecen los tránsfugas que saltan de los partidos en ruinas en busca de seguir pegados a la ubre presupuestal, ahora con el cobijo de Morena.
O también, reedita los video escándalos que antes tanto reprochó cuando fue protagonista a través de sus personeros como René bearano o Eva Cadena, y ahora los fomenta como prueba irrefutable del combate a la “corrutción” que sólo ve afuera, pero protege adentro.
En tanto esto acontece, los partidos políticos opositores dan palos de ciego, sólo asoman la cabeza como para no quedar exhibidos en escándalos judiciales o fiscales, agobiados por un temor, fincado o no, de no provocar la ira del tirano y pagar las consecuencias, como también contar con algunos cómplices silenciosos ante la destrucción del país de instituciones que realiza.
Así las cosas podemos llegar a los 200 mil muertos por pandemia, ver impávidos las cifras crecientes de víctimas a manos del crimen organizado, la entrega inmoral de dinero a países extranjeros y médicos aventureros llegados del exterior, escamotear recursos para tratar niños enfermos de cáncer y privilegiar a cambio la compra de estadios de béisbol, y aquí no pasará nada porque el miedo al autócrata alcanza niveles de pánico entre la clase política tradicional.
Los demonios andan sueltos, pero a favor de Morena y su dueño, es lo lamentable y sólo resta decirlo sin resignación:
¡México, cómo dueles!…