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Morelia, Michoacán, 15 de febrero de 2022.- Los actos protagonizados por una horda de salvajes que se hacen llamar “indígenas” para derribar un monumento en Morelia podrían ser calificados -siendo amables- como simple consecuencia de la ignorancia.

Y bueno, aunque hay muchos más factores de fondo, lo cierto es que la ignorancia juega un papel preponderante en este tipo de acciones, así como en los actos de violencia para bloquear carreteras y quemar vehículos para perjudicar a la gente que sí trabaja.

El odio contra hechos históricos del pasado ha sido fomentado desde hace décadas, no sólo en México, sino en casi todo el mundo occidental, persigue fines perversos y encuentra un enorme caldo de cultivo en la ignorancia fomentada por el pésimo sistema educativo que hay en casi todos los países.

En el caso mexicano, la situación se agrava porque -salvo sus honrosas excepciones- gran parte de los docentes, sobre todo los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no hacen uso de sus plazas para educar, sino para obtener ingresos y prestaciones, además de beneficios políticos, de forma fácil, segura y vitalicia.

Cuando se fomenta la mediocridad en la educación, después es muy fácil controlar a las masas, porque nunca se les capacitó para dudar de lo que les dicen quienes los mandan, para razonar, para contrastar ideas, para informarse y mucho menos estudiar por su cuenta y forjarse un criterio.

Estoy seguro de que en esa horda de salvajes que destruyó el monumento a los Constructores de Morelia no hay uno solo que sepa que Fray Antonio de San Miguel era muy querido y apreciado por los pobres y los indígenas de la Nueva Valladolid.

Su líder -que según sus ex compañeros de estudios pasó de noche por la Escuela de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH)– seguramente nunca les dijo, y tal vez tampoco sepa, que el personaje al que tiene más de dos años atacando fue reconocido como un gran benefactor de la ciudad.

Cuando Fray Antonio de San Miguel era obispo de Morelia sobrevino una grave sequía y hambruna, a la que se conoció como “el hambre gorda” (1785-1786).

Para dar trabajo y generarles ingresos a los pobres y a los indígenas, pero al mismo tiempo resolver los graves problemas de la ciudad, el obispo destinó los recursos de la Iglesia para la construcción del Acueducto de Morelia y ordenó la remodelación y mejoramiento de la Calzada de San Diego, que hoy lleva su nombre.

Estoy hablando de dos de los monumentos de los que los morelianos nos sentimos más orgullosos.

El lidersillo ese desde la administración de Raúl Morón Orozco como presidente municipal pretendía destruir la estatua, y contó con todo el respaldo de la administración municipal morenista, pero la consulta “informativa” a la que convocó resultó un rotundo fracaso, por lo que fue imposible justificar sus caprichos.

Y seguro estoy de que los delincuentes que estuvieron cerrando carreteras y quemando vehículos en Uruapan, así como en el trayecto entre Morelia y Pátzcuaro, para exigir la liberación de los vándalos detenidos en la capital michoacana tras la destrucción del monumento, tampoco han sido informados de muchas otras acciones de Fray Antonio de San Miguel hizo por los verdaderos indígenas de su tiempo.

A lo mejor su líder no sabe, o no quiso decirles, que para mitigar la pobreza, el obispo de Morelia impulsó la implementación de métodos de labranza y fertilización para que la población más necesitada hiciera rendir más sus cultivos.

¡Claro que no lo saben!, pero además no les interesa, porque ellos y su jefe, con la bandera de la lucha “indigenista”, están esperando recibir, no justicia -porque estarían en la cárcel-, sino beneficios económicos y políticos.

Al fin y al cabo, el gobierno estatal en turno tampoco está interesado en hacer cumplir la ley, pues a fin de cuentas todos ellos no son más que instrumentos, borregos, tontos útiles, que bailan al ritmo que les toquen aquellos que se creen los dueños del mundo.

 

FUENTE: https://www.atiempo.mx/destacadas/de-primera-mano-punto-para-la-ignorancia/