LA COSTUMBRE DEL PODER
Gregorio Ortega Molina
*Lo que hoy vivimos es la transformación radical de los paradigmas de la cultura occidental. Lo que se haga con los migrantes en el mundo, determinará el rumbo de la civilización
El verdadero rostro de los mexicanos se mostrará por el modo en que la sociedad contribuya o no, en la solución del problema migratorio que, en esta nación situada en el vórtice de la globalización norteamericana, tiene tres vertientes.
La primera y más antigua, los migrantes expulsados por las políticas públicas, por el hambre y la necesidad de ayudar a sus familias. Los disfrazamos con el eufemismo de braceros, incluso se crearon programas para asegurar su salario y retorno a México; no podemos olvidar que los robaron algunos “vivillos”, y los herederos de esos engañados todavía no pueden recuperar los fondos de los que sus padres fueron despojados.
Las otras dos vertientes son casi simultáneas en su aparición, sus estragos y la urgencia de que nuestros políticos -orgullo del humanismo moral mexicano que pregonan, pero no practican- encuentren recursos y soluciones para que los que se queden sean asimilados en los proyectos de desarrollo y/o los programas de bienestar, para que los deseosos de huir al sueño americano lo logren lo antes posible, con salud.
Están los migrantes internos, los desplazados por la violencia que la 4T se muestra incapaz de contener, y también por las exigencias de los barones del narco, pues para ellos es fundamental asegurar -por un silencioso consenso de las autoridades constitucionales- que su idea, su proyecto de #narcoEstado se afiance y consolide. Parece que para allá nos llevan.
Como cola del cometa, pero que pronto se convirtió en su núcleo, está esta migración global que se mueve por las naciones, en un intento por hacerse con el remedo de un hogar, porque los que buscan refugio a través de las fronteras y sin documentos, lo perdieron todo, incluso la identidad.
La que hoy nos llega no arribó al país a bordo del Sinaia, y tampoco trae con ella la refundación del Colegio de México, del Colegio Madrid ni del Luis Vives, ni la pléyade de pensadores y filósofos que irrigaron la cultura nacional.
Tampoco son los expulsados por el cuartelazo a Isabelita Perón, ni por el golpe de Estado comandado desde Estados Unidos y orquestado por Augusto Pinochet, tan similar al que le aplicaron a Madero y Pino Suárez. Siempre es posible encontrar traidores.
Lo que hoy vivimos es la transformación radical de los paradigmas de la cultura occidental. Lo que se haga con los migrantes en el mundo, determinará el rumbo de la civilización.
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