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Por Ivonne Arriaga

En México con el uso del vehículo por cada 43 Kilómetros, se generan de 261 a 344 gramos de Dióxido de Carbono (CO2) que equivalen a 11.23 kilogramos los cuales sumados en un año, representan 4.1 toneladas.

Derivado de los datos anteriores, es necesaria la implementación de políticas públicas que hagan más eficiente el transporte público. Los estudios demuestran que el uso desmesurado del automóvil ha originado en las grandes ciudades, altos índices de contaminación que afectan principalmente la salud.

Al acudir al seminario “Oportunidades de un futuro bajo en Carbono en México”, Laura Ballesteros Mancilla, experta en políticas públicas y regulación de movilidad, explicó que nuestras ciudades viven una extrema motorización en específico las ciudades mexicanas debido a la inversión en infraestructura urbana orientada hacia el automóvil, mencionó que los presupuestos del país a nivel federal y local han venido orientándose hacia el uso de vehículos particulares desde hace varias décadas y precisamente el reparto modal hoy en las urbes está orientado al consumo del vehículo.

“Hemos resuelto el viaje de las personas a través del automóvil en detrimento de la inversión en infraestructura sustentable. Hubieron todo un proceso de planeación, programación y presupuestación en la materia, décadas que estuvo este plano original, hacer el coche el sistema de movilidad para la población en las ciudades mexicanas, estamos hablando de décadas de inversión”.

Ballesteros Mancilla reconoció que ha sido entre 73 y 75 por ciento de los presupuestos federales que se han destinado orientados hacia la inversión en infraestructura gris, “estamos hablando de ensanchamiento de vialidades elevadas o segundos pisos y de estacionamientos, y hoy las consecuencias son claras, al menos en la Ciudad de México, hay 5.5 millones de automóviles circulando”.

Hoy sabemos dijo la especialista en movilidad, que el segundo piso construido en la Ciudad de México sólo incremento 34% el tránsito vehicular hacia la zona centro de la ciudad.

“La Ley de Movilidad permitió amarrarle las manos a los tomadores de decisiones, con decisiones discrecionales hacia infraestructura gris (para el carro) que tanto daño le hizo a la ciudad y (la ley permitió) orientarlas a transporte público sustentable y movilidad no motorizada”.

En el Panel Construyendo un país bajo en carbono desde la políticas públicas, dijo que es necesario reconocer el derecho a la movilidad, la cual debe permitir acceder al derecho a la salud, a un ambiente sano, al trabajo, a la educación y el derecho a la ciudad, precisó que mientras no esté garantizado, vamos a seguir teniendo población profundamente marginada, sobre todo en las periferias que no pueden tener este acceso.

“Hay 30 millones de viajes, necesitamos apoyo presupuestal, bonos internacionales, la CDMX, saco recientemente los bonos verdes, una innovación reciente para invertir en infraestructura sustentable y cambiar el paradigma, hacienda y finanzas necesitan alinearse con las políticas de sustentabilidad y bajo carbono.

El subsidio a la tenencia, la inversión en infraestructura para automóviles, segundos pisos, deprimidos, etc, han sido algunos de los factores que han fomentado el uso del automóvil, dejando de lado la inversión para transporte público menos contaminante con lo cual se podría reducir sustancialmente las emisiones contaminantes.

En las ciudades los fallecimientos por problemas de salud, derivados por la contaminación, van en aumento; entre las enfermedades más comunes se encuentran las relacionadas con afectaciones cardiovasculares, infecciones respiratorias agudas, asma y padecimientos del corazón, situaciones que conllevan a muerte prematura principalmente de niños y adultos mayores.

Laura Ballesteros será una de las especialistas quienes participarán en la décima edición del Congreso Internacional de Transporte a realizarse del 19 al 21 de abril en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México.