Si alguna vez pusiste en tela de juicio a la todopoderosa puntuación (como, por ejemplo, una simple coma), deja que esta quisquillosa disputa laboral te ponga los puntos sobre las íes.
Los repartidores de una compañía de productos lácteos de Maine, en Estados Unidos, querían que se les pagase unas horas extra, pero los empleadores se negaban a reconocer estos derechos. Finalmente, la sentencia del tribunal no vino determinada por los camiones, la leche o el dinero, sino por una simple coma estilo Oxford.
Evita ambigüedades
Se llama coma estilo Oxford (o coma de enumeración) al signo de puntuación típico de la ortografía anglosajona que se coloca justo inmediatamente antes de la conjunción coordinante (generalmente ‘and’, ‘or’ o ‘nor’), a menudo en una serie de tres o más términos.
Según sus defensores, pretende evitar ambigüedades. Seguro que en clase de inglés te lo han explicado. No es lo mismo decir ‘We invited the rhinoceri, Washington and Lincoln’ (como si hubiese dos rinocerontes cuyos nombres fuesen los de los ex presidentes estadounidenses) que ‘We invited the rhinoceri, Washington, and Lincoln’ (como si fuesen tres sujetos independientes). Esa coma entre ‘Washington’ y el ‘and’ es de tipo Oxford y marca la diferencia.
La ley que acabó dándole la razón a los trabajadores dice queel pago de horas extra no se aplica a: “La actividad de enlatado, procesamiento, conservación, congelamiento, secado, comercialización, almacenamiento, embalaje para el envío o distribución de: (1) productos agrícolas; (2) carne y productos de la pesca; y (3) alimentos perecederos».
En inglés sería así: “The canning, processing, preserving, freezing, drying, marketing, storing, packing for shipment or distribution of…” En este idioma, la falta de la coma antes del ‘or’ hace que la ley sea ambigua, pues queda la duda de si exime o no la distribución de las últimas tres categorías. Todo podría haberse resuelto con un signo de puntuación que separe claramente el ‘embalaje para el envío’ de la ‘distribución’.
Este es el argumento que la defensa de los trabajadores esgrimió durante el juicio. Y gracias a ello, ganó. La pedantería gramatical, una simple coma, le va a costar alrededor de 10 millones de dólares (9,2 millones de euros) a la empresa. No solo ganaron el caso los repartidores, también los defensores de la coma Oxford en la lengua de Shakespeare.
“De haber estado, la coma habría hundido nuestro barco”, aseguró David G. Webbert, el abogado de los trabajadores, en una entrevista que recoge ‘The New York Times’.