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Yo Campesino / Doblados

Miguel A. Rocha Valencia
Lo dijo en la víspera la presidenta, existían planes para revertir cualquier decisión contraria a la 4T no sólo en materia judicial sino en cualquier otra, para eso les entregaron la mayoría calificada Guadalupe Taddei, del INE y Mónica Aralí Soto Fregoso, del Tribunal Electoral del Poder Judicial, ambas al servicio descarado de Morena.
La historia se escribió desde que se otorgó esa mayoría fraudulenta en el Congreso al oficialismo. El camino el chantaje, la amenaza y el “regalote”. No sería raro que pese al desmentido, el ministro Alberto Pérez Dayán, sucumbiera ante el embate cuatrotero, el estilo de la casa.
Empero la Suprema Corte de Justicia de la Nación se alzaba como el último valladar al autoritarismo, a la desaparición de la República con separación de poderes constitucionales, que finalmente caerán en una simulación donde el oficialismo tenga de su lado siempre la mayoría de jueces, magistrados y ministros. Pero eso sí, todo conforme a la ley que ellos construyen a su medida.
No sabemos cuál es el destino que nos depara este nuevo autoritarismo que para algunos será una auténtica tiranía, esa que no se esboza sino que cínicamente se manifiesta todas las mañanas desde palacio Nacional, donde no sólo se dan el lujo de ofender al personal del poder Judicial llamándolo corrupto y socio de criminales sino que además, lo amenazan, chantajean y compran, como lo hacen con políticos de todos los niveles.
Esta debacle era esperada pero no con la vergonzosa postura de uno de los ministros más “bravos” que se atrevió en un momento a desafiar a la 4T y al final sucumbió tristemente en el final de sus días como procurador de justicia y en el ocaso de su vida profesional.
Así son las cosas, tardaron pero el machaque duro de todo el poder federal logró el objetivo como alcanzará otros ya anunciados como la desaparición de los órganos autónomos sin importar el costo.
Olvidémonos de la encarnizada persecución contra el INE o el TEPJF, ya están colonizados y al servicio del oficialismo. Ya lo sabíamos y a partir de ahí, existen pocas esperanzas de que en México se vuelva a dar una elección donde la oposición gane.
Con todos los órganos electorales e impartidores de justicia, el oficialismo tiene garantizada su permanencia, a como dé lugar va a ganar las elecciones venideras, no importa quién brinque o grite, sobre todo con unos adversarios políticos que parecen estar más pendientes a ver si les lanzan un anzuelo ´para que brinquen a Morena que en defender posiciones democráticas.
Desde su misma integración los opositores están entregados a las migajas de poder, se aferran a ellas porque les significan dinero, y que conste, sé de que habló porque a más de uno lo conozco en su ambición.
No luchan por un proyecto para servir sino para servirse y tratar de vender caro su amor en cuanto alguien del oficialismo les haga una oferta. No se trata sólo de Alejandro Moreno sino de otros muchos incrustados en el PRI y el PAN, que están dispuestos a venderse porque para ellos la política es poder y dinero, sólo eso porque los principios ya no existen.
Por eso si hablamos de traidores, primero habrá saber a quién o a qué traicionaron que al final, la suma nos lleva a que son muchos quienes participaron para “lograr” lo que hoy tenemos y no vale llorar ni lanzar gritos de plañidera rentada para acusar a uno sólo…
Se trata de una serie de eventos, saltos compras y vendimias con muchos actores a quienes a la sociedad ya no les cree y sin embargo son esos mismos quienes hoy tienen las patentes para concursar por un cambio y ahí estará la mayor dificultad para alcanzarlo máxime con autoridades electorales que no escapan a la traición al volverse afines y entregadas al oficialismo en vez de proteger los derechos del pueblo, ese que integramos 60 millones de mexicanos con derechos a votar y que no le dimos el sí a morena y aliados para destruir la democracia, acabar y colonizar instituciones.
Por eso la pelea aún no termina con la traición del agachón Alberto Pérez Dayán; la seguiremos dando muchos miles desde nuestras trincheras más allá de intereses políticos o económicos; hoy más que nunca hay que luchar por nuestros derechos y no sentarnos a esperar que vengan a redimirnos. De eso no quepa duda.