Morelia, Michoacán.- Las víctimas de los atentados del 15 de septiembre de 2008 “no tenemos justicia ni creo que la vayamos a tener, no creo que vaya a haber culpables”.
Guadalupe Hernández, con un ramo de flores blancas entre sus manos y la voz entrecortada por el llanto contenido, recuerda los hechos que causaron lesiones permanentes a su familia, así como a decenas, y cobraron la vida de ocho personas, cuando la celebración de la independencia se convirtió en una tragedia que cimbró al país.
Le duelen los daños que sus cuerpos aún resienten, que años de tratamientos y terapias no lograron revertir del todo; le duele el miedo que anidó en su familia y que no aminora, pero también le duele la falta de justicia para quienes perdieron tanto la noche del 15 de septiembre de 2008.
“Yo creo que de este atentado nunca va a haber culpables, quien esté pagando por todo lo que nosotros venimos sufriendo, no los hay y no los habrá”, dice.
Una recuperación larga y dura y una vida marcada por el temor y las secuelas enfrentan Guadalupe Hernández, su esposo y su hija, lo que “no es fácil olvidar, para mí no pasa el tiempo, llega septiembre y es lo mismo que al principio, duele igual, está el miedo y no sólo en estas fechas, ya no podemos salir a donde hay mucha gente, no nos gusta, como antes, no podemos llevar una vida al 100”.
Recuerda que en los primeros momentos, tras el estallamiento de las granadas, no sabía qué había pasado, “hasta que reaccionamos y vimos los daños alrededor, las personas que desafortunadamente fallecieron y las que quedaron heridas”.
Las secuelas abarcan todo, la salud física, el bienestar emocional y la economía familiar; aunque recibe cada mes una pensión temporal, por su calidad de víctima, que equivale a 11 mil pesos, los gastos médicos que aún debe cubrir suman de 9 mil a 10 mil pesos mensuales.
“Sigo con lesiones muy fuertes, dolor, tomo tratamientos especializados, voy a psiquiatras… para mí no ha pasado el tiempo, no hay tiempo que pase”.