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Morelia, Michoacán, 25 de junio de 2021.- El 9 de septiembre de 2014, el portal de noticias Quadratín, de la Ciudad de México, publicó una nota a ocho columnas y la mantuvo como principal durante varias horas: “En las elecciones del 2011, el PRI se mimetizó con el narco en Michoacán: Leonel Godoy”. 

La nota del reportero Marco Antonio Martínez, es extensa, pero sólo tomaré dos ideas: la entrada, donde un “contundente” Godoy (The Lord of the Cards), aseguró que el tricolor “ganó en las elecciones de 2011 en Tierra Caliente, Michoacán, porque fue apoyado por el crimen organizado” y puso como ejemplo Apatzingán, donde una semana antes de la elección, dijo, “íbamos adelante por 20 puntos y el resultado final fue que sólo ganamos en dos casillas”.

En el 2011, el candidato del Revolucionario Institucional al gobierno de Michoacán -al que Leonel Godoy acusó sin querer queriendo-, de estar vinculado al narco, fue Fausto Vallejo Figueroa y su coordinador de campaña en Tierra Caliente, Jesús Reyna García, sí, el dueño de toda la estructura priísta en el interior del estado, en ese Apatzingán donde “íbamos adelante por 20 puntos y en el resultado final sólo ganamos dos casillas”; al que acusaron de tener vínculos con Servando, “La Tuta”, el que estuvo encerrado en Almoloya alrededor de 56 meses por esa misma razón; el mismo que ha sido el único capaz de unificar a un partido y llevar a otro a la victoria.

Ningún priísta olvida la hazaña de 2010 y 2011, cuando Fausto construyó su candidatura pero, para ganar, necesitaba el apoyo del interior del estado y ese sólo se lo podía ganar Jesús. Dos años de salir cada fin de semana a visitar a las estructuras, donde era Chucho el que daba el mensaje, donde les hablaba de unidad y reconciliación, donde pedía el voto para el abanderado del PRI y se lo dieron.

La segunda idea de la nota de Quadratín que voy a tomar, viene en el quinto párrafo: “el exmandatario estatal (de febrero de 2008 a febrero del 2012), dice que cuando él gobernó no había el nivel de violencia actual”. Así lo dijo, aún cuando nadie olvida las cabezas humanas que fueron aventadas en una disco de Uruapan, cuando Leonel era secretario de Gobierno con Lázaro Cárdenas Batel como gobernador.

O bien, cuando mandó retirar a punta de pistola el plantón en la Siderúrgica de Sicartsa, dejando varios obreros muertos. Tatuadas con sangre están en Michoacán las muertes y las decenas de heridos por los granadazos del 15 de septiembre de 2008, Godoy era ya gobernador cuando los ataques a esos michoacanos inocentes.

El primero de octubre de 2015, cuando Silvano Aureoles Conejo, rindió protesta como gobernador de Michoacán, de nuevo salió Leonel Godoy a medios, al extinto impreso Cambio de Michoacán le declaró que el de Carácuaro llegaba a gobernar el estado “sin presencia del crimen organizado y sin un grupo hegemónico”. Ya lo había dicho un año antes, el 9 de septiembre de 2014, pero ese día de fiesta perredista, lo repitió.

Eran los enemigos que hoy son aliados. Reyna cobró ya y con creces, la traición de los priístas que lo abandonaron en la minúscula celda donde lloró sus pérdidas, aguantó pesares, y pagó en la misma magnitud, la decisión presidencial y el apoyo del Ruli que hicieron posible su libertad, sin culpas ni señalamientos, a las pocas semanas de que don Pejexito arribara a Los Pinos, aunque eso implicara entregar el estado a los más malosos. Ante todo, la lealtad y la gratitud.

Jesús era el que veía todo el tema de Tierra Caliente, la zona que Leonel señaló que el narco operó a favor del PRI en la elección del 2011. La misma que ahora Silvano Aureoles señala que marcó la ruta a favor de Morena y su gris candidato, Alfredo Ramírez Bedolla.

Una sola prueba debiera bastar para otorgar el beneficio de la duda. Una sola acta alterada, un solo video de las irregularidades, una declaración, una grabación o lo que usted quiera, una sola “urna zapato” debería encender los focos de alerta. No se necesita más.

Hablar de narcoelección en Michoacán no es bonito. Al contrario, ni los propios políticos, candidatos, dirigentes o autoridades han querido abordar el tema como tal, ni la palabra quieren pronunciar. Les da miedo, los pone nerviosos. Se atragantan.

Hasta hoy que la palabra retumba en los medios y todos se asustan, se hacen de la boca chiquita, salen en tropel a defender al pobre bebe Juanito, que sí ganó, dicen, que es como “El Torito”, bien inocente, dicen; que Silvano es el malo y el que mal gobierna con todo y sus casi seis mil obras ejecutadas, dicen y dicen, pero no pueden demostrar que no es cierto lo que dijo, no pueden desaparecer las pruebas, las actas “zapato”, los videos de las armas, la gente corriendo, atemorizada.

Una sola prueba debiera bastar para que el presidente pare sus mañaneras, para que no critique a los clasemedieros ni aspiracionistas; para que no pierda el tiempo “desmintiendo” noticias falsas y sí para que salga y anuncie que no permitirá que la democracia, la libertad y la verdad, queden en entredicho frente a denuncias de esta naturaleza, no sólo por su partido, no solo por su gobierno, sino por la confianza de los muchísimos michoacanos que todavía creen en sus falsas promesas de mesías.