Morelia, Michoacán, 06 de octubre de 2020.- ¡El tremendo juez de la tremenda corte va a resolver un tremendo caso! No es necesario contar con más de 60 años de edad para recordar esta popular serie radiofónica que se transmitió, con bastante éxito y de forma ininterrumpida desde su inicio en el ya lejano 1942 hasta 1961. El autor de la misma fue el español naturalizado cubano Castor Vispo, y mantuvo en el aire, en vivo, en Cuba, este programa hasta que fue ahogado por la intolerancia castrista que pretendió someterlo a censura previa.
El programa radial ha tenido tanto éxito que hasta la fecha, ya avanzado el siglo XXI, es posible escucharlo en diversas radiodifusoras de México.
«La tremenda corte» cumplió a cabalidad el fin para lo que fue diseñada. Ofrecer un programa cómico con bastante ingenio, donde se resuelven multitud de problemas legales utilizando el sentido común y la inteligencia.
Lamentablemente no podemos decir lo mismo de esa tremenda corte que tenemos en México, cuyas iniciales son SCJN, estructura formada por un heterogéneo grupo de profesionales de la ley que integran uno de los tres poderes supuestamente autónomos de la Nación Mexicana.
¿Tiene la SCJN el respeto de los ciudadanos? Tengo la impresión de que no, nada, ni poco ni poquito. A lo largo de decenios he escuchado todo tipo de opiniones sobre el actuar de la Corte, desde las educadas hasta las francamente agresivas. Todas con un común denominador: Cuestionan los conocimientos, verticalidad y rectitud de sus integrantes y dudan de la honestidad de sus decisiones. Dan por hecho que no actúan basados en la legalidad, sino por consigna, obedeciendo al poderoso de turno.
Es difícil defender a la corte. Sus antecedentes resolviendo juicios como el de los bancos y el anatocismo, el caso Lydia Cacho, la defensa del «precioso» Marín, el ridículo protagonismo del entonces ministro Zaldivar Lelo en el caso de la guardería ABC. Por cierto, ese señor Lelo es el actual Presidente del SCJN, sí, ese mismo que en cadena nacional dijo «erario público», barbaridad solo comparable a decir «subir para arriba» o «salir para afuera».
Y viendo cómo resolvieron el caso de los macheteros de Atenco, nos damos cuenta de que la corte no ve obstáculos para que un grupo de vándalos se enfrenten con las armas a las autoridades.
Recordemos, en su momento, los macheteros de Atenco bloquearon una carretera y retuvieron a policías a quienes ataron por más de un día con la amenaza de quemarlos vivos si el gobierno no accedía a sus demandas. A los funcionarios del Estado de México que fueron a dialogar los amarraron al kiosco de la plaza y los rociaron de gasolina, con el aviso de que los quemarían si las cosas no salían como ellos deseaban. Fueron detenidos y sentenciados a penas de más de 30 años.
Cuatro años después, en julio de 2010, la tremenda corte los liberó. Argumentó el ministro Silva Meza: las sentencias se dieron “a partir de una ideología totalitaria, donde el ejercicio de los derechos de libertad de expresión y reunión generan la falsa presunción de peligrosidad y despliegue de conductas consideradas delito…”. No contento con decir eso “falsa presunción de peligrosidad” agregó que las condenas dejan ver una forma “maquilladamente institucional de criminalizar la protesta social como una forma de castigar ser oposición”. Por cierto, entre los ministros que votaron por liberar a los criminales de Atenco estaba Doña Olga (Florero) Cordero y Zaldivar Lelo. Ambos argumentaron que el secuestro de policías no había sido secuestro (seguro fue una atenta invitación a quedarse amarrados y bañados en gasolina).
El último clavo del ataúd de la independencia de la SCJN se dio el día 1 de octubre del presente año, cuando el Ministro Lelo rompió el empate en la votación para complacer al Presidente López y dar por buena la figura de consulta ciudadana, eso sí, previa maroma huizachera.
La mayoría de las opiniones independientes han criticado duramente esta decisión y concluyen que la SCJN ya perdió todo rastro de autonomía e independencia. Sostienen que fue evidente la sumisión de la corte ante el titular del poder ejecutivo.
“Fue vergonzoso escuchar a ministros y ministras dar piruetas y maromas para buscar justificar una argumentación que no tenía ningún sentido y que claramente iba contra la ley”, es el argumento central de la mayoría de los críticos.
Una anémica mayoría destruyó la credibilidad del máximo tribunal como contrapeso y límite para evitar el abuso del poder presidencial. Zaldívar Lelo abrió la puerta del infierno; permitir que se realice una consulta que no consulta nada y que sólo faculta al Poder Ejecutivo para obtener una ventaja política de una cuestión que debería quedar en el ámbito de la justicia. Los señores ministros olvidaron una máxima ineludible: “los derechos no se consultan, se garantizan”, como bien lo señaló el Ministro Javier Laynez.
La tremenda corte no hizo jurisprudencia, para muchos sólo ha hecho el ridículo y ha tirado a la basura los tibios intentos de mostrar cierta independencia del poderoso en turno. Ni modo, nacieron sumisos, seguirán sumisos.
Para eso me gustaban.
Alejandro Vázquez Cárdenas
fuente, https://www.atiempo.mx/destacadas/con-ustedes-la-tremenda-corte-por-alejandro-vazquez-cardenas/