COLUMNA “BAJO LA LUPA”
“SIN COLA QUE LE PISEN” PERFIL DEL CANDIDATO.
Al analizar a los aspirantes a candidato a gobernador del estado de los diversos partidos del estado, me he percatado que a sus militancias y simpatizantes les está importando poco o nada el perfil de sus aspirantes, pero lo que más me llama la atención, es que si el perfil les importa poco, “la cola” que arrastran tales aspirantes, les tiene sin el más mínimo cuidado y eso, preocupa.
Cierto es que por disposición constitucional, ni siquiera se exige saber leer y escribir como requisito mínimo para poder ocupar un cargo de elección popular, pues en el caso del gobernador del estado, el artículo 49 de la constitución política del estado libre y soberano de Michoacán de Ocampo, establece los siguientes requisitos:
Artículo 49.-Para ser Gobernador se requiere:
I.-Ser ciudadano michoacano en pleno goce de sus derechos;(REFORMADA, P.O. 10 DE MARZO DE 1977)
II.-Haber cumplido treinta años el día de la elección;
III.-Haber nacido en el Estado o tener residencia efectiva no menor de cinco años anteriores al día de la elección.
Sin embargo, el desarrollo económico y social de nuestro estado, requiere que la sociedad elija como su gobernante, a un ciudadano que reúna ciertas características mínimas de capacidad para ejercer tal cargo, como el tener la preparación elemental, pero suficiente para planear, desarrollar y tomar decisiones en torno a políticas públicas.
Si lo anotado resulta fundamental, más lo es que tenga la solvencia ética y moral, para ejercer un cargo de tal envergadura, en la que se manejan grandes cantidades de recursos públicos y se toman decisiones que implican el ejercicio de tales recursos, en donde la sobriedad, honestidad y honradez, sean las reglas de oro.
No haré señalamientos personales, pues los michoacanos conocemos la fama pública de la gran mayoría de los michoacanos que aspiran a convertirse en candidatos a gobernador del estado de sus respectivos partidos y para desgracia nuestra, sobran dedos de una mano para contar a aquellos que no tienen “cola que les pisen”.
Los hay aquellos que, su conducta privada se ha vuelto pública por la estridencia con la que se conducen, su vida familiar y social, está nutrida de eventos desagradables que evidencian anormalidades y vicios psiquiátricos, los que predicen que de arribar al ejercicio del poder público, serán los excesos y las malas decisiones su constante.
Los hay aquellos que, ya en el ejercicio de algún cargo público, han incurrido en excesos, malas decisiones y han sido señalados por un deshonesto ejercicio de los recursos públicos, alcanzando un escandaloso y ostentoso nivel de vida, que desde luego, no corresponde a lo percibido a título de salarios y prestaciones, evidenciando un distracción ilegal de los recursos manejados.
Esos que, habiendo sido sometidos a procesos de fiscalización, resultan con evidentes malos manejos de los recursos públicos, pero encubren sus aspiraciones en la falta de sanciones firmes y en el bendito y bienaventurado principio de presunción de inocencia o en la omisión intencional patrocinada, para que dichos procedimientos alcancen la apreciada “prescripción” legal de las acusaciones y/o señalamientos.
También los hay, cuyas capacidades y limitaciones son tan evidentes, que no se necesita experimentar, para saber que serán nulos o desatinados los actos de gobierno que llegaren a realizar y que serán presa fácil de vivales encantadores, cuyas virtudes manipuladoras, encausarán la conducta del supino ignorante gobernante.
Lo curioso de todo lo señalado, es que cada aspirante que cumple las características señaladas, cuenta con un importante número de seguidores que están dispuestos a justificar con vehemencia y coraje a su líder, no les importa que se les acuse de lo anotado, para ellos es más importante lograr la conquista del poder público y los señalamientos son calificados de falsos o de “peccata minuta”.
Tan es así, que la sociedad es fácilmente contaminada por las voces de esos corifeos y la discusión social se vuelve cuantitativa y deja de ser cualitativa, donde la calidad del sujeto aspirante deja de ser importante y se vuelve toral, quien lo apadrina, quienes son sus aliados o qué fuerza política lo patrocina, total, el poder es el poder y ganarlo es lo importante, al precio que sea.